ARANEOFOBIA: UN MIEDO A LO DESCONOCIDO

Según Paul Hillyard del Museo de Historia Natural de Londres, la fobia consiste en una ansiedad o miedo desproporcionado ante el verdadero peligro de una situación. Agrega que los síntomas más comunes son sudación, taquicardia, temblores, manos húmedas y pérdida de control, llegando al extremo de la persona quedar paralizada.

De acuerdo con estudios estadísticos, en Gran Bretaña el 3% de la población sufre de araneofobia, en su mayoría mujeres y más del 50% presenta miedo o cierta demostración de desagrado ante las arañas. Esta mala reputación que gozan las arañas en la población, está basada en preconceptos erróneos que se transmiten por generaciones. Según los estudiosos hay varios motivos para ello. Algunos consideran que la araneofobia se origina de las malas experiencias infantiles con animales o de la influencia negativa que al respecto ejercen los mayores. Para otros son manifestaciones indirectas de problemas afectivos familiares (miedo e inseguridad). Otro grupo considera que tiene un componente cultural que tiene que ver con las especies que habitan en una determinada región y la tradición cultural que sobre el tema se tiene. Por ejemplo, se ha visto que en regiones donde no existen arañas peligrosas, el índice de araneofóbicos es menor; lo mismo ocurre en aquellas culturas donde las arañas son fuente de alimento, como es el caso de los indios Piaroa de la Amazonia.

Hillyard enfatiza que la araneofobia es el miedo a lo desconocido. Por ello, la mejor ayuda para este tipo de personas es la educación. En este sentido,  en Inglaterra se comenzó a dar charlas informativas a la población en zoológicos y museos. El investigador cita el ejemplo de una mujer araneofóbica que visitó un museo con su terapeuta. Ella fue guiada en la colección de arañas por un itinerario que incluyó solamente las especies pequeñas. Durante el recorrido, ella se dio cuenta que había sufrido por años un problema que en parte era debido a su ignorancia sobre las arañas.

Algunos sicoanalistas interpretan las fobias como conflictos mentales inconcientes relacionados con malas experiencias o por problemas emocionales.

Se le atribuyen 3 razones:

1- Tendencia familiar a ser ansioso o nervioso.

2- Condicionamiento por malas experiencias previas con arañas.

3- Excesivo deseo de pulcritud con tendencia a entomofobia.

 SÍNTOMAS: miedo, pérdida de control, taquicardia, respiración, palmas de las manos húmedas y debilidad. En algunos casos la persona queda paralizada en otros huye. Este problema repercute notoriamente en la calidad de vida de la persona araneofóbica, en su trabajo y en el relacionamiento social.

 El veneno de las arañas

La casi totalidad de las arañas (a excepto de un pequeño grupo no hallado en Uruguay) poseen un par de glándulas de veneno ubicadas en la parte anterior del cuerpo, denominada prosoma. Estas se comunican al exterior a través de unos apéndices anteriores, modificados en estructuras punzantes, los quelíceros, encargados de inocular esa sustancia en la presa, a los efectos de paralizarla y de esa forma facilitar la tarea de alimentación. Las arañas no ingieren sus presas, sino que vuelcan sobre la herida producida con los quelíceros, una saliva que contiene enzimas digestivas. Estas van transformando los tejidos en una sustancia líquida que será luego absorbida por la araña.

Tan sólo el 0.08 % de las especies de todo el mundo, presentan un veneno que puede ser peligroso para el ser humano. En efecto, los casos en que un ser humano es picado por una araña, se dan cuando la persona invade el “territorio” del arácnido y éste procede a inocular su ponzoña para defenderse.

En San Pablo, Brasil, se registran anualmente poco más de 1000 casos de araneísmos por arañas del banano. Por lo tanto, el número de consultas al año por cualquier tipo de araneísmo es muy alto, lo cual provoca un gasto muy grande para el  Estado en atención médica. Para contrarrestar el problema, este país invierte en programas de educación de prevención para la población de todo el país, pero en particular la de los centros urbanos altamente poblados.

La educación es el mejor remedio

Para evitar que instintivamente "se ponga el  pie" encima de la araña, la educación no  sólo contribuye a combatir la araneofobia en la población, sino también  es necesaria para prevenir los araneísmos y para comprender que se trata de un recurso animal autóctono, necesario para el ambiente y mucho más beneficioso que perjudicial para nosotros.